Reflexiones de Esperanza
Pastor: Luis A. Bravo S.
Observando las Estrellas
Mirando por la ventana de la cárcel, observaba las estrellas, recordando sus sueños y los años maravillosos que había vivido junto a su padre.
Todo había pasado tan rápido. En un momento estaba feliz y contento, y en otro, llorando tirado dentro de un pozo seco, con la incertidumbre de no saber qué pasaría con su vida.
Sus propios hermanos, que habían querido matarlo, lo venden como esclavo a unos mercaderes que iban hacia Egipto.
¿Qué pudo haber sido peor? Se preguntaba: ¿Morir en aquel pozo? ¿O ser vendido como esclavo?
Recordaba su túnica de muchos colores, que tenía una gran diferencia con la ropa que usaba ahora en la cárcel. La experiencia había sido tan extrema, como estar durmiendo bien abrigado plácidamente a las 4:00 o 5:00 de la mañana en un día de invierno, y de pronto ser levantado bruscamente por alguien y lanzado a una laguna con hielo.
Lucha Interna
Pero ahí estaba él, observando las estrellas. Miles de pensamientos cruzaban por su mente:
- Algunos buenos
- Otros malos
Por un lado, una voz le decía: «Ya viste, si te hubieras acostado con la mujer de tu amo, no estarías en esta cárcel.»
Por el otro, recordaba sus sueños. Lo más importante era que recordaba quién se los había dado: Dios. Sabía que, aunque todos le habían fallado, quien le había dado esta promesa nunca falla y nunca miente.
Así que, recostando su cabeza sobre su almohada y con la mirada fija en el techo de la cárcel, confesaba:
«Esto es solo un proceso, esto es temporal, mi final está en lo que Dios me ha prometido.»
Y, cerrando los ojos, se quedaba profundamente dormido.
Momentos de Desesperanza
Si alguien tenía motivos para perder la esperanza, era él. Las cosas parecían empeorar cada día, y sus sueños parecían alejarse aún más.
Lo peor es cuando se elevan tus expectativas. Crees que la salida ya está cerca, y no resulta ser como esperabas. Habían pasado dos años desde que José había interpretado el sueño al jefe de los Coperos del Rey, y cuando él pensaba que había conocido a alguien que llevaría su caso ante el rey, este lo había olvidado.
Posiblemente, José había pensado en ese momento:
«Ahora sí saldré pronto para regresar a mi tierra, o quizás llegaré a la corte del rey como esclavo del jefe de los coperos.»
Promesas de Dios
Muchos pensamientos cruzaron por su mente, pero se cumplió lo que la Biblia dice:
«Así como son más altos los cielos que la tierra, así son los pensamientos de Dios, más altos que los nuestros, y sus caminos, más altos que nuestros caminos.» (Isaías 55:9)
Así que, cuando José creía que el jefe de los Coperos lo había olvidado, una mañana es mandado a llamar a la corte del Rey.
Faraón había tenido sueños que predecían los años de abundancia y escasez que habrían de venir sobre la tierra, pero nadie podía interpretarlos.
José recibe de parte de Dios la revelación para esos sueños, y aquel que tal vez soñaba con salir libre de la cárcel ahora llegaba a ser el segundo en Egipto, después de Faraón. Sus sueños habían comenzado a cumplirse.
Pasó un tiempo más, y cuando los años de escasez llegaron, ve llegar un día, en una caravana, a sus hermanos que venían a Egipto en busca de alimento.
Sus hermanos lo ven, pero nadie lo reconoce. Todos ellos se inclinan a sus pies, y José tiembla al ver cómo sus sueños se han cumplido.
La Esperanza se Cumple
En Habacuc 2:3 leemos:
«Aunque la visión tardará aún por un tiempo, más se apresura hacia el fin; no mentirá; aunque tardare, espérala, porque sin duda vendrá, no tardará.»
¿Qué promesas has recibido de parte de Dios que aún no has visto? Debes saber que Dios siempre cumple.
En Hebreos 6:13 leemos:
«Pues cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por uno mayor, juró por sí mismo, diciendo: Ciertamente te bendeciré y ciertamente te multiplicaré. Y así, habiendo esperado con paciencia, obtuvo la promesa.»
En Romanos 4:18-22 leemos acerca de Abraham:
«Él creyó en esperanza contra esperanza, a fin de llegar a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y sin debilitarse en la fe, contempló su propio cuerpo, que ya estaba como muerto, pues tenía casi cien años, y la esterilidad de la matriz de Sara; sin embargo, respecto a la promesa de Dios, Abraham no titubeó con incredulidad, sino que se fortaleció en la fe, dando gloria a Dios…»
La Fuerza de la Fe
Abraham, al igual que José, tuvo motivos para desanimarse y «tirar la toalla». Pero confió en Dios, y dice la Biblia que aquellos que en Él confían no serán avergonzados.
Posiblemente hoy veas nublado tu camino. Tal vez te sientes en un túnel largo y sin salida.
Recuerda: Lo que te falta es muy poco y tu promesa está a la vuelta de la esquina. Aunque tal vez no puedes verla, recuerda que:
«Fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.» (Hebreos 11:1)
Dios siempre cumple lo que promete. Él dijo:
«No te dejaré, ni te desampararé» (Hebreos 13:5).
Él es Jehová Jireh, nuestro proveedor.
Por muy difícil que sea tu prueba, o por muy distante que veas el final, toma ánimo en tu espíritu y recuerda que Dios no miente.
Él siempre cumple sus promesas.
Dios te bendiga.
Pastor: Lic. Luis Armando Bravo Santisteban
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