La Historia del Viejo Carpintero – Dante Gebel

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La Historia de Decisiones Transformadoras: Un Testimonio

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Pastor: Dante Gebel

Decisiones que Cambian el Futuro

El protagonista de nuestra historia le propone matrimonio en un arrebato de pasión y tal vez verdadero amor. Alguien decide que finalmente se dedicará a su verdadera carrera y vocación: la medicina.

Elecciones que Impactan

Ella deja sus distracciones atrás e ingresa al Instituto Bíblico con el propósito de prepararse para misionar en algún remoto lugar del mundo. Un adolescente toma la decisión de ser el mejor en el fútbol, y a partir de ahora, trabajará muy duro para lograrlo. Los dos esposos finalmente concuerdan en que ella no debe abortar y tendrán a ese hijo. Todos tienen un denominador común:

  • decisiones fundamentales que ahora parecen sencillas, pero que afectarán su propio futuro e inconscientemente, el de los demás.

El primero dejará de ser un soltero sin preocuparse por cuál jean usará el sábado para transformarse en el eje de una familia. Otro salvará cientos de vidas en un hospital, desde una sala de emergencias. La chica que una vez decidió prepararse en el Instituto ahora predica en un rincón de Nueva Guinea. El otro es un reconocido futbolista y acaba de firmar un contrato millonario para jugar en Italia. La pareja que una vez decidió no abortar, hoy escucha a su hijo dar su discurso presidencial desde la Casa Blanca.

Decisiones Impactantes

Decisiones que causan un golpe cósmico en algún lugar. Decisiones que afectarán generacionalmente a otros. Pequeñas decisiones que pasarán desapercibidas para cualquier escritor de grandes acontecimientos, pero que con el correr del tiempo se transformarán en historia grande.

La Historia del Carpintero

Yo tengo una historia que habla de esas «sencillas» decisiones. Era una fría mañana de mayo, y el hombre pasaba el cumpleaños más triste de toda su existencia. Cumplía sus primeras cinco décadas de vida y el saldo no era favorable.

  1. Su esposa había enfermado hacía unos cuantos años.
  2. El hombre, de oficio carpintero, había visto cómo gradualmente el cáncer se llevaba lentamente a la compañera de casi toda una vida.

Era una enfermedad humillante. ¿Cuándo fue la última vez que este hombre de manos rústicas había dormido toda la noche? Casi no lo recordaba. Todo se había transformado en gris desde que el maldito cáncer llegó a casa. Su esposa no tenía el menor parecido con la foto del viejo retrato matrimonial que colgaba sobre la cama. Ahora solo era un rostro cadavérico, níveo, sin color y por debajo del peso normal de cualquier ser humano.

Una Conversación con el Médico

«-Usted es una señora adulta – había dicho el médico – , váyase a casa, y… espere.»

El hombre, temperamental y de manos rudas, sabía lo que había de esperar: lo inevitable. Aquello que le arrebataría su esposa y la madre de sus cuatro hijos. Sin piedad, sin otorgarle unos años más de gracia. El putrefacto aliento de la muerte parecía llenar la atmósfera con el pasar de los días.

La Puerta de Escape

La bebida era como una anestesia para el viejo carpintero. Por lo menos, durante unas horas no estaba obligado a pensar. Había cualquier tipo de alcohol diseminado por toda la casa; en el armario, la heladera, el garage, el galpón, y hasta una botella en el aserrín de un viejo y enmohecido barril. Este era su cumpleaños. El hombre festejaba un año más de vida y un año menos junto a su esposa.

Un Recordatorio que Cambia Todo

El gemido de su esposa lo despertó del letargo. «-Recuerda – dijo suavemente la mujer – que hoy estamos invitados a ir a esa iglesia…»

El hombre hizo un gesto de disgusto. Había sido luterano desde su niñez y hacía años que no pisaba una iglesia. Apenas recordaba algunas canciones religiosas en idioma alemán que se entonaban en su Entre Ríos natal. Pero el pedido de su mujer no era una opción, era un ruego desesperado. Tal vez el último deseo de quien lucha cuerpo a cuerpo con el tumor que se empecinó en invadirlo todo. Un último intento por acercarse a Dios antes de partir para siempre.

El Camino hacia la Iglesia

El carpintero de las manos rudas y aliento a bebida blanca, asintió con la cabeza. Irán a esa iglesia que su hijo mayor les había hablado. Estaba un poco lejos, pero cuando el cáncer se instala en un hogar, a nadie le importa el tiempo.

Una Noche en la Iglesia

Esa noche, la del cumpleaños, el matrimonio llegó con sus dos hijos menores a la remota iglesia evangélica de algún barrio de Del Viso, Buenos Aires. Él se apoyó en la pared del fondo y oyó el sermón. «-Linda manera de festejar el cumpleaños» – habrá pensado. Pero continuó allí con profundo respeto, viendo cómo su esposa lloraba frente al altar.

La Decisión que Impactó sus Vidas

El casi no oyó el mensaje, pero presintió que debía acompañar a su mujer, y lentamente, el hombre que escondía botellas de alcohol en el aserrín, pasó al frente. Los dos tomaron una decisión.

Aceptaron a Cristo como su suficiente Salvador. Una sencilla decisión que no pareció demasiado histórica, y estoy seguro que muy pocos, esa noche, se percataron del carpintero y su enferma esposa. Pero a ellos les cambió la vida para siempre.

Ella observó cómo el cáncer retrocedía lentamente hasta transformarse milagrosamente en un mal recuerdo. El hombre se deshizo de todas las botellas de alcohol y jamás volvió a tomar. Lo que comenzó como un mal día, terminó con una decisión que afecta el futuro para siempre.

Reflexiones Finales

A propósito, la historia es real y ocurrió un primero de mayo de 1975. El carpintero de las manos rudas jamás se hubiese imaginado que, debido a su buena decisión, no solo sanaría a su esposa, sino también afectaría a sus hijos. Su hijo menor, que por aquel tiempo tenía siete añitos, hoy le predica a cientos de jóvenes y entre otras cosas, escribe esta nota.

La Importancia de las Decisiones

Eso es a lo que yo llamo una decisión generacional. Miles son afectados por un sencillo paso al frente. Cuando decidas a qué te vas a dedicar, con quién te vas a casar, o sencillamente pases al frente de algún altar a tomar un nuevo compromiso con el Señor, recuerda que estás escribiendo la historia: la tuya y la de los demás.

Hace poco les dije a mis padres que estaba profundamente agradecido por aquel gris primero de mayo en el que tomaron la decisión más radical de sus vidas. Les dije que cada joven que llegaba a oír mis mensajes, también les estaba agradecido. Y les dije, además, que siento una tremenda responsabilidad cuando tomo una de esas «sencillas» decisiones como, por ejemplo, el escribir esta nota. Porque nunca sé a quiénes y a cuántos estoy afectando. Aunque de algo estoy completamente seguro: a cada minuto de nuestras vidas, escribimos la historia.

Pastor: Dante Gebel


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